ministro socialista de Mitterrand, se aparece por las noches señalando una pistola, remedio poco afortunado, a muchos de los protagonistas del atropello y el disparate, de la corrupción en la política española, que pretenden irse de rositas. Por la dignidad y el respeto a los ciudadanos deben acabar con tanta desvergüenza en la cárcel o lejos de la representación política, retornado el expolio.
Bérégovoy se pegó un tiro con una pistola 357 Magnum en Nevers, localidad de la que era alcalde. Pareció un deslumbrante acto político para convertir en tragedia la derrota electoral socialista. Libération dijo que era "el símbolo de una aventura naufragada", la del único miembro de la cúpula socialista salido del mundo del trabajo. Acosado por tanto fracaso, hasta el de haberse beneficiado de un crédito a bajo y privilegiado interés, se entregó al honor suicida.
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