viernes, 28 de febrero de 2014

¿Se puede celebrar la Fiesta de Andalucía, hecha

un trampantojo de la corrupción? Menos mal que los ciudadanos han conseguido vivir o sobrevivir al margen de sus políticos cuyo futuro actual, gracias a la eficacia de la juez Alaya, acaba siendo las acequias y las alcantarillas. La ceguera persistente con todas sus corrupciones no impide la luz de Andalucía ni la maravillosa destilación de sus olivos retorcidos con su aceite generoso y sus aceituneros altivos. Por supuesto, Barcina debe mirar lo suyo.

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