domingo, 25 de octubre de 2015

Ignacio Camacho habla sobre los muros de la vergüenza

cuando se refiere a los desvergonzados decorados del trinque. "Con su de­nun­cia de los mu­ros emo­cio­na­les, el Rey ha se­ña­la­do que el na­cio­na­lis­mo no es una ideo­lo­gía, sino un sen­ti­mien­to". No, admirado Camacho, el nacionalismo es una ficción para el trinque y el privilegio. La bandera, los himnos, la tierra pueden ahormar sentimientos y hacer comunes las historias y los territorios, incluso, convertir a los ciudadanos en rebaños o ratoncitos para los flautistas de Hamelín, pero la convivencia y la democracia se asientan sólo en la voluntad de convivir, como hombres libres e iguales, en cualquier circunstancia, bajo el único imperio de la ley.

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