destruir el Estado impunemente. "El presidente de la Generalitat es la primera autoridad del Estado en Cataluña. El hecho de que pregone que trabaja –¡y legisla!– para destruir tal Estado y no le ocurra nada causa desolación y asombro. Y más en un país donde la renuncia de Barberá... suscita un estruendoso escándalo, pero donde encajamos plácidamente que Puigdemont promueva un golpe de Estado a cámara lenta sin que la Justicia o el Gobierno tomen medida alguna contra él (por no hablar del psicodélico líder del PSOE, que ya fabula con okupar La Moncloa apuntalado por independentistas y comunistas). ¿Qué se ha conseguido tras tres décadas de comprensión, palanganeo y entreguismo con los nacionalistas? Pues solo que hayan ido a más, hasta llegar al actual desafío frontal al Estado. Los nacionalistas leen el buenismo como lo que es: debilidad, facilidades para avanzar hacia lo único que colmará su letanía victimista, que es fundar un nuevo Estado a costa de España y la soberanía del pueblo español. No nos engañemos: la única manera de frenar un nacionalismo es confrontarlo con otro sentimiento nacional también valioso, que pueda seducir a los ciudadanos. Y eso sólo puede inculcarse desde la escuela, la cultura y los medios. Pero España ha entregado las riendas de la educación a las comunidades, carece hasta de Ministerio de Cultura, cuenta con unos intelectuales de izquierda a los que la palabra patriotismo les da repelús y ha tolerado la creación de unas elefantiásicas y deficitarias televisiones regionales; en el caso catalán, una incansable máquina de predicar xenofobia y odio a España..."
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