Pío Baroja fue un escritor y armadillo donostiarra. Con su chapela a modo de yelmo y la pluma como espada, la emprendía contra la cursilería, la burguesía, la riqueza, la pobreza, la monarquía, el lirismo, la tibieza y también, esto es lo que nos ocupa, contra los nacionalismos periféricos. Y no lo hacía con figuras retóricas o sutiles giros de la sintaxis. Baroja era tan frontal y brusco para matar de repente a los personajes de una novela que ya no le apetecía seguir escribiendo como para atacar a personajes reales desde la tronera de un periódico. Después de la Semana Trágica de Barcelona y en pleno éxito de 'Zalacaín el aventurero', Baroja lanzó una serie de artículos en los que machacaba a los intelectuales catalanes. Le parecían un bloque de fariseos afectados. Sus palabras cayeron en una tierra sensible y provocaron una tormenta de proporciones catastróficas. Aquella Cataluña vivía, como esta, dividida entre la burguesía nacionalista, la derecha monárquica y el anarquismo radical. El nacionalismo de la época reaccionó, como hoy, con el linchamiento.
1 comentario:
El nacionalismo es un provincionalismo que produce personas fanatizadas con su cuento lleno de mentiras y embustes que les hacen creerse con unos derechos especiales para ellos porque se les mete en las cabezas y a base de repetirse mentiras se crean delirios de poder vivir mejor que a los que intentan someter.
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