- ¿Y su madre?, me dijo el doctor Castro.
- Me amenaza por teléfono, incluso a mi familia. Me ha enviado una esquela celebrando mi murte. Me ha puesto policías...
- Esa madre debe estar loca.
- Y la hija condenada a mantener su delirio por mucho Harvard y catedrática que vaya a ser, don Diego admirado y agradecido.
- Pues, lo veo complicado... Bueno, quiero que me acompañes en mi presentación de Adiós, cordera en el Ateneo.
- Allí estaré.
1 comentario:
Lo enigmático se me escapa.Ahora me he acordado del libro Pedro Páramo,que era extraño y raro como él sólo.Recuerdo que se lo estaba regalando a una tetraplejica y me dijo:.Ejerciamos una labor de voluntario y como a mí me suelen suceder cosas atipicas,me extrañó pero no tanto,porque cuando uno es atípico se encuentra con reacciones atipicas.El novio resultó ser el encargado de aquel horario del voluntariado que teníamos los fines de semana.Yo desconocía qué tuvieran una relación de noviazgo.
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