La sospecha no hace sino crecer en el caso ERE y las demás macrocausas. La juez Alaya, se recordará, optó a un puesto al que legítimamente tenía derecho en la Audiencia Provincial en la convicción de que, como en otros muchos casos ha ocurrido, podría seguir con los sumarios que estaba instruyendo hasta culminarlos. Ese fue el principio del fin de su intervención en los macrocasos, especialmente el caso ERE, el caso del fraude en los cursos de formación y el caso de los avales arbitrarios de la Junta a empresas amigas. Todo hacía presagiar que sería el juez ayudante de Alaya, Álvaro Martín, perteneciente a la Asociación Profesional de la Magistratura como ella, quien "heredaría" el Juzgado de los macrocasos. De hecho, ya era el juez de apoyo de la magistrada Alaya en tales asuntos, ocupándose de los sumarios ordinarios para que la titular se dedicara de lleno a los supersumarios. Todo parecía natural y normal, pero en esto, apareció inesperadamente y sin que se sepa todavía por qué la juez María Ángeles Núñez Bolaños. (LIBERTAD DIGITAL)
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