"La tendencia de Rajoy a balancearse en la hamaca del dolce far niente no es sólo una manifestación característica de su manera de ser. También es una consecuencia lógica de su experiencia política. Sus dos grandes logros biográficos -primero conseguir que Aznar lo designara candidato a la presidencia del Gobierno y luego merecer el respaldo del electorado- se basaron en la táctica de quedarse quieto. No hacer nada minimiza el riesgo de equivocarse. Él no ganó el favor del dedo divino, lo perdió Rato. Él no desató el entusiasmo de los votantes, se benefició del desencanto de los socialistas. Su gran mérito fue saber esperar a que se equivocaran sus adversarios. Sin prisa. Perdió las elecciones de 2004 y de 2008 pero hizo bueno el refrán de que a la tercera va la vencida. Ahora juega a algo parecido. No importa el batacazo de las europeas, ni el de las andaluzas, ni el de las municipales, ni el de las catalanas. El nuevo refrán es que no hay quinto malo".
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