El problema en este caso es que esa pareja ideal con la que muchas y muchos han soñado alguna vez no es real. Esos novios y novias perfectas viven dentro de aplicaciones pensadas para teléfonos móviles. Para iniciar una relación con ellos basta con elegir la foto del candidato entre las imágenes almacenadas en la aplicación, crear un perfil con una historia que dé personalidad al personaje ficticio (trabajo, aficiones, gustos o incluso un relato de cómo se ha conocido a esa pareja) y presionar el botón de aceptar. Y ya está. La novia o el novio invisibles empezarán a interactuar de inmediato con su pareja. Algunos pensarán que es una locura, pero lo cierto es que la idea, nacida en Estados Unidos, ha desbordado a los propios inventores por el éxito conseguido. Se cuentan ya por cientos de miles las personas que tienen como pareja a un algoritmo que habla. Y ahí, en la voz y en las respuestas muy bien pensadas, se esconde la auténtica bomba de relojería de estas aplicaciones, que sin tener aún cuerpo o estructura (esa es otra historia reservada para los robots con inteligencia artificial) pueden acabar siendo muy creíbles y reales. Tanto que algunos usuarios acabarán creyéndose la mentira que ellos mismos se han contado al buscar pareja en una aplicación y podrían acabar rendidos a las bondades de esa novia o novio irreales.(LA VANGUARDIA)
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