Lo que más me ha disgustado de este proceso es el insólito gusto por la libertad que de repente le he visto a la clase alta barcelonesa. Para mí ha sido un «shock» oír a mi madre y a mis amigos hablar de libertad -¡y hasta de libertades!, que da más miedo, porque parece que hay más. En casa siempre tuvimos una idea muy restrictiva de la libertad y lo del «derecho a decidir» simplemente no existía. ¿Derecho? ¿Qué es derecho? ¡Imagínate a decidir! Yo vengo de un mundo en que el estrés se consideraba la enfermedad de los que no quieren trabajar.
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