La independencia de la América hispana, a la zaga de la estadounidense y de la Revolución francesa, debe adscribirse aún al ideario ilustrado del siglo XVIII. Sus argumentos se apoyan en una visión universalista, que invoca la soberanía popular y el poder constituyente para crear la nación ex novo, sin ataduras con el pasado. Pero la edificación de las nuevas repúblicas, a lo largo del siglo XIX, coincidirá ya plenamente con el nacionalismo romántico que se impone en Europa, y que empuja también a los países hispanoamericanos a buscar un alma propia, una distintiva manera de ser que debe inferirse a partir de sus distintas manifestaciones culturales. Por supuesto, correspondió siempre al poder político determinar cuáles eran esos rasgos característicos de la nacionalidad. El Estado sancionaba la oficialidad que hacía de tal novela, de tal composición o de tal pintura un símbolo del Volkgeist, un objeto de devoción pública y un ideal estético que debía ser ensalzado e imitado por todos los buenos hijos de la patria. Lo que se alejaba de esos modelos se volvía en cambio sospechoso...(LIBERTAD DIGITAL)
1 comentario:
Borges debía de saber mucho y los Políticos como Maduro o Cristina la que fue presidenta de Argentina o Fidel en Cuba,son Políticos incultos,ávidos de poder y dinero.Yo imagino que estos líderes hispanoamericanos no saben ni sabían intuir la sapiencia de Jorge Luis Borges.
Publicar un comentario