sábado, 24 de abril de 2010

Monseñor Gabilondo, ministro de Educación,

siguiendo la voluntad de su señorito ZP de urdir el camelo (¡otro más!) de UN NUEVO PACTO POR LA EDUCACIÓN, "urgente y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias Señor, Dios de los ejércitos" (se le ha ido con el baifo reverencial, según el ritual romano, su rendida entrega al "divino-ZP-que-te-pego-leche"), como corolario de sus pesquisas, dialoguetes y entremanos, confiesa haber alcanzado el mejor pacto posible, ocultando los puntos que se siguen: no nos interesa una educación que no sea agitación y propaganda de nuestro dogma regre, cutre, torpón y anticonstitucional, vía hechos consumados; nuestra educación debe disponer a la rendición lanar y a la usurpación cateta del ciudadano como colectivo domesticado y, como decía Lenín, "Libertad, para qué". Nosotros somos el candil de la famélica legión y lo demás fuerzas reaccionarias. Mientras se reponen de nuestra desfachatez y nuestros golpes, les robamos la cartera (ese es nuestro reino y nuestro cielo que, como decía Jesucristo, padece violencia, chúpate esa).

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