dignidad sostenido por bravas mujeres alzadas por encima de la arrogancia y la imbecilidad de cierto poder ficticio y temporalista y de irenismo sangrante; bravas mujeres alzadas por encima del crimen, del asesinato y de los mesiánicos urdidores de totalitarismo y del matonismo metastásico nacionalista, entre la mentira, el engaño, la arrogancia y la prepotencia, sus chiquitos y sus manos ensangrentadas. Y lo más desmoralizador, más allá del cinismo de quienes acabarían helándoles la sangre.
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