martes, 1 de septiembre de 2015

El arte, con su presencia inmóvil y espíritu simbólico,

 acostumbra a ser una víctima fácil de abatir. La destrucción de los templos de Bel y Baal en Palmira es el caso más reciente de vandalismo artístico que ha dado la vuelta al mundo, obra de Estado Islámico. El grupo yihadista también ha presumido últimamente de dinamitar algunas ruinas de la ciudad asiria de Nimrud, hacer añicos estatuas del Museo de la Civilización de Mosul (aunque los expertos afirmaron que la mayoría eran réplicas) o atacar a golpes de maza y disparos los restos de la ciudad histórica de Hatra. Pero ¿por qué el arte está en el punto de mira del fanatismo destructor? “El arte siempre es vulnerable porque provoca respuestas, porque inconscientemente puede devenir en prototipo”, explican las expertas en iconoclasia Beatriz Yoldi y Dimitra Gozgou, autoras del estudio La destrucción del arte... (LA VANGUARDIA)

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