domingo, 10 de septiembre de 2017

Pedrito cateado en el Institito, aprende:

Hoy Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ha explicado por fin cuántas naciones cree que hay en España. Y ha hablado de tres: Cataluña, País Vasco y mi tierra natal, Galicia.
”Don Pedro Sánchez:
Tras leer sus declaraciones calificando a Galicia de “nación”, he echado mano de mi cartera y he sacado mi DNI, por si durante años y por algún casual me hubiese engañado la vista. Y no, sigue figurando lo que ha puesto siempre: “España”. En este Documento Nacional de Identidad (lo de “Nacional” es por España, claro) figura mi ciudad de nacimiento y de residencia, Vigo, y la provincia de la misma: Pontevedra. Por ningún lado se indica que yo tenga una doble nacionalidad, o que haya nacido en una nación dentro de otra (lo cual, dicho de paso, es un absurdo).
Es cierto que el DNI viene en español y en gallego, como todos los que se expiden en Galicia. A fin de cuentas, en esta comunidad autónoma -que no nación- tenemos dos lenguas cooficiales, las citadas. Por supuesto, tener dos lenguas no nos convierte en una nación distinta de España. La República de Irlanda tiene dos lenguas -el inglés y el gaélico irlandés- y es una sola Nación. Finlandia tiene dos idiomas -finés y sueco- y es una sola Nación. Suiza tiene cuatro idiomas -alemán, francés, italiano y romanche-, y algunos de sus cantones son bilingües, pero todos los suizos se consideran hijos de la misma Nación. Podría seguir poniendo ejemplos, pero creo que los citados bastan para manifestar lo obvio. De hecho, resulta difícil de cuadrar con la realidad ese concepto decimonónico de asociar la idea de Nación con la existencia de una lengua. Si fuese como usted dice, todos los países de habla hispana serían una misma Nación. Y todos los países que tienen el alemán por lengua, o el inglés. Busque un mapamundi y se llevará una sorpresa. A lo mejor usted alega que Galicia es una nación por su historia. El caso es que el nombre de mi tierra procede de la Gallaecia romana, que era parte de Hispania. A la caída del Imperio romano fuimos invadidos por los suevos -que se mantuvieron como una casta germánica prácticamente ajena a la población hispanorromana-, volviendo a formar parte de la Hispania (esta vez bajo dominio visigodo) a finales del siglo VI. Tras la invasión musulmana, Galicia se sumó a la Reconquista como parte del Reino de Asturias, luego León y más tarde bajo la Corona de Castilla. Durante esos siglos y debido a cuestiones de meros repartos dinásticos, Galicia sólo fue un reino con una muy relativa e inestable independencia durante 13 años no consecutivos: 13 años de un total de 781. Cuando España se unifica bajo el reinado de Isabel y Fernando (1479), el Reino de Galicia ya llevaba 370 años incorporado a la Corona de Castilla. Desde esa unificación de los reinos de España han pasado 538 años. Para que nos hagamos una idea, Estados Unidos lleva 241 años de independencia. Llamar a Galicia “nación” es mucho más absurdo que llamárselo a los estados de Pensilvania o de Nueva Jersey, por citar a dos de las trece colonias originales de EEUU.
Es muy posible que usted diga que con independencia de la lengua y de la historia, Galicia es una nación porque así lo han dicho los gallegos. Pues tampoco. El Estatuto de Galicia no menciona a mi tierra como “nación” en ninguna parte. Cita el término “nacionalidad histórica”, una expresión ambigua que figura en el Artículo 2º de la Constitución Española, el mismo artículo que afirma: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”. Diga lo que diga usted, la inmensa mayoría de los gallegos nos sentimos españoles. De hecho, en esta tierra los partidos separatistas no han ganado nunca unas elecciones autonómicas en todos los años que llevamos de democracia. Es más: en Galicia los partidos separatistas llevan ya años en declive. Y a pesar de los insistentes intentos de ciertos políticos por desplazar a la lengua común, el uso del español está aumentando en Galicia, y esto en una región en la que la mayoría de sus habitantes dominamos las dos lenguas oficiales.
Precisamente, su partido, el PSOE, ha ido cayendo en Galicia por actuar como un portamaletas de los separatistas. En las Elecciones Gallegas de 2016 obtuvo un exiguo 17,87% de los votos, siendo tercera fuerza (recordemos que en 2005 llegó al poder tras lograr el 33,64% de los votos y quedar de segundo, gracias a su alianza postelectoral con el BNG). Aliarse con unos ultras hispanófobos tuvo un coste electoral enorme para los socialistas gallegos. Pagaron en las urnas su apoyo a los planes de sus socios separatistas para imponer el gallego por encima de nuestras libertades. En vez de caer de la burra, hoy usted sigue intentando sembrar la división y la discordia entre españoles. Su modelo territorial se parece cada vez más al cantonalismo que tuvo tan desastrosos resultados en la Primera República. Vivimos en un momento en el que cada vez más españoles nos sentimos hartos de las consecuencias de un desaforado Estado Autonómico, que ha multiplicado por 17 las trabas administrativas, sembrando la desigualdad y -en el caso de Cataluña- incluso amenazando con romper la convivencia. Lo que usted propone es apagar un incendio echando gasolina a las llamas, y para ello pretende buscar la complicidad de una parte de la población, engatusándonos con patrañas nacionalistas. Pues mire usted: conmigo no cuela. Yo soy gallego y por tanto español. He nacido en Galicia, y en consecuencia mi Nación es España. Y no me cansaré de repetírselo a políticos como usted, que quieren trepar al poder a costa de llenar España de fronteras interiores, como si un murciano, un andaluz, un catalán, un castellano, un vasco y un gallego no tuviésemos nada en común más allá de un ejército de funcionarios llamado Estado. Pues no, oiga: todos somos españoles. Deje de una vez de inventarse naciones con el único fin de complacer a quienes odian a España y actúan con deslealtad y desprecio hacia el resto de los españoles.

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