Por lo menos, mover un poco el seso y acercaros a la elegancia de Augusto Comte que no perdía el tiempo en combatir las patrañas y las ilusiones metafísicas que cederían por su propio peso, como las hojas en el otoño. Por lo menos, evitadnos vuestro desganado compromiso por ser progresistas, incapaces de empatía y acostumbrados a la pereza intelectual y a una escatología borde y destructiva sin creatividad alguna, misioneros de vuestra delirante impotencia.
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