domingo, 20 de abril de 2014

He aquí el rostro de quien tuvo la Gracia

de morir con la resurrección en su alma enamorada. Es Teresa de Lisieux. Es Pascua.
Un familiar de un gran Monasterio de Clausura, seguidor de BENGALAS, me hace una pregunta profunda. Ante el Descendimiento dramático del Cristo exangüe, actualizado por mi, me dice si la entrega desesperada de Jesús en el Gólgota (Dios mío, ¿por qué me has abandonado?),  serenada por su final "en tus manos encomiendo mi espíritu", debería ser el modelo del cristiano. Bernanos defiende que la auténtica experiencia cristiana es la que comparte el sacrificio y la cruz de Cristo.  Es decir, la experiencia dolorosa de Getsemaní y del Calvario. Ésta distaría de la màs bondadosa que se espera con las oraciones a San José por una buena muerte. Desde luego, la de Teresa de Lisieux es la de una enamorada de Quien sabe que  le espera más allá de la muerte. Tiene una expresión adorable.

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