jueves, 28 de mayo de 2015

Cuando el desconcierto y la aceleración puede invadir

 
nuestras almas por la velocidad con que suceden los acontecimientos y su difícil control para la mejor convivencia, tal vez sea bueno distanciarse y contemplar desde una perspectiva superior, la trascendencia de nuestras decisiones y la intrascendencia de todo y de que, al final, lo que cuenta es procurar el sentido más profundo de las cosas y la práctica de los valores que permanecen para siempre.
Nunca como el contador de nubes, padre de la fatuidad y del disparate...

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