sábado, 30 de mayo de 2015

PITADA AL HIMNO NACIONAL. Triste espectáculo

sobre el que escucho comentarios cobardes y colaboracionistas en alguna radio con el argumentario cómodo de que ese espectáculo desagradable "necesita paciencia y educación de fondo y que es mejor no crear más problemas". Penoso. Ese tipo de comportamientos deben ser sancionados inexcusablemente. Contundentemente. A las instituciones responsales y a los individuos identificados. El consentimiento es cobardía y sordo colaboracionismo.
    Reflexión de Sostres: "Es de cobardes que independentistas y abertzales piten el himno de España. Sería más valiente que pagaran el precio de independizarse. Sería más valiente que no acudieran al estadio y que la final se jugara con las gradas desiertas. El mayor insulto es el que resuena en el silencio. Sería más elegante que los clubes expresaran su dignidad nacional no jugando la final la Copa del Rey, y su decisión sería escuchada y puesta en valor en el mundo libre. Igualmente, y por el mismo motivo, sería más valiente que España no tolerara ofensas tan evidentes, sabidas y soeces a su dignidad institucional, y que suspendiera cualquier actividad que implicara un desaire tan barriobajero a su himno y a su rey. Silbar no es libertad de expresión. Silbar es mala educación, y un tipo de mala educación especialmente mezquino y despreciable, propio de tribus, de poblados, de masas amorfas y desestructuradas, y definitivamente alejado de la mínima higiene ciudadana y moral que tienen que exigirse los Estados modernos y civilizados." (EL MUNDO)
Artur Mas, ¿no debería ser sancionado por colaborar en la banalización de la siembra de desprecio y odio que suponen sus declaraciones sobre la pitada al himno?: "El Gobierno hace el ridículo amenazando con sanciones".  El president de la Generalitat afirma que el incidente de esta noche "debe situarse en un contexto normal en este tipo de acontecimientos". (LA VANGUARDIA)

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