domingo, 18 de junio de 2017

PIN­CHES en "ABC" por JON JUA­RIS­TI.

                 
Desde su mismo origen, la obsesión de ETA fue destruir al PNV, quedarse con sus restos y hacerse con el monopolio del nacionalismo vasco. Ha sucedido o está a punto de suceder todo lo contrario. El cambio de los estereotipos prestigiosos en el medio abertzale es sólo un síntoma, pero muy significativo: al Gudari (léase al Terrorista) lo ha desbancado el Chef. O sea, el Txef. Si alguien ha prosperado en el País Vasco durante los años de plomo ha sido el gremio del fogón, el de los artistas de la equidistancia. No es de extrañar que los chavales euscaldunes se pirren por entrar en las escuelas de hostelería. El martes abandonó la cárcel de Nanclares Idoia López Riaño, hija de inmigrantes salmantinos. Lo terrible de esta mujer, que ingresó en ETA a comienzos de los años ochenta, cuando andaba por los veinte, es que entonces el terrorismo nacionalista significaba a la vez una salida profesional para lo más bruto de cada casa y una vía rápida de integración de los maquetos en el «pueblo vasco», o sea, en la entelequia racista diseñada por Sabino Arana. Idoia se dejó atrapar en el delirio, con espantosas consecuencias para sus víctimas y los familiares de estas. Si hubiera nacido treinta años después, no habría matado a nadie. O sí, pero con la sola ayuda del colesterol...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta Tigresa no tenía que haber salido de la cárcel sino para llevarla al cementerio a darle sepultura.Tenemos unas leyes muy blandas con los asesinos y criminales de la peor especie del ser humano.Cadena Perpetua sin revisar para estos salvajes que matan,de la cárcel al cementerio.