El diario La Vanguardia acaba de comunicar por burofax el despido de su columnista Gregorio Morán. Después de casi tres décadas de colaboración del escritor y periodista, el medio catalán ha trasladado "el despido fulminante", según ha confirmado Morán. Es lo que tiene remar a contracorriente en un diario cuyos principios siempre han sido el acatamiento total al poder y la defensa del orden establecido. La Vanguardia del conde de Godo, ese hombrecillo asustadizo que a comienzos de los años noventa pagaba fortunas a ex agentes del Cesid para que investiguen a sus propios empleados (fue absuelto), ha hecho más por el separatismo conformista que otros órganos de propoaganda como el Barça. Y ni siquiera una pluma estrella como la de Morán se salva de las ataduras de este editor.
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