El cabreo es la última prueba dolorosa y mendicante (de buena voluntad) de quien sufre y pide que rectifique su conducta aquel que merece nuestra indignación. En ocasiones, podemos compartir que Jiménez Losantos habla "cabreado" ante los disparates y las miserias de quienes nos gobiernan, algunas de las que el mismo de Prada ha criticado acertadamente, ante el atropello a los ciudadanos y contra nuestra voluntad de convivencia llamada España. El cabreo puede hacer que descripciones de gran precisión psicológica, política y social adquieran su mejor expresión en El Diccionario de Insultos de Pancracio Celdrán Gomáriz. No es el caso de la sucesión reiterada de maldades que de Prada vierte contra Jiménez Losantos en su artículo de 2-08-2008 en ABC, titulado Carta a Zarzalejos. Una pena.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo. No debe interpretarse lejos de la desesperación del cabreo las invectivas de Jiménez Losantos. No está el horno para lindezas verbales ni venenosas intrigas y, menos, para repipis y balbuceantes arrogancias éticas. Los calificativos INSULTANTES de difamador (en asuntos demostrados o en hipótesis verosímiles y abiertas: ¿conspiranoia del 11M?), nueve veces repetido en el artículo de referencia de JM.de Prada; expresiones de "insultos rastreros y soeces" (tres veces), "propalar infundios", "pisotear honras", entre otros, están fuera de lugar y tal vez su presencia indique torpeza para la brega desde las mezqindades del exitoso toreo de salón. Resulta contradictorio y humillante que quienes leemos a unos y a otros seamos zaheridos por mi normalmente admirado -la excepción confirma la regla- de Prada por el halago "de los bajos instintos de un público enardecido por infundios demenciales" y "deseoso de carnaza". Juan Manuel, doctores tiene la iglesia para saber de fariseísmo. Además, no te olvides de que Jesús echó a los mercaderes del templo. Tal vez ambas acciones sólo le puedan corresponder a Jesús por su superior conocimiento. A los demás, nos queda feo. Y si, como decía Mounier, "hay que comprometerse hasta ensuciarse", el desenmascaramiento de la mentira por la revelación de la verdad y en la lucha por los derechos de los ciudadanos, no me preocuparía mucho por recurrir con desahogo al glorioso diccionario de D. Pancracio. En ese sentido, Jiménez Losantos merece comprensión y agradecimiento. Mientras en él y su desgarro adquieren lucidez y precisión sus denuncias e "insultos" -milagro de perfección psicológica-, en Juan Manuel de Prada quedan insólitamente zafios.
Dios me libre de los buenecitos que de los malos me libro yo. No me esperaba estas reacciones ni de Gallardón (pendón), ni de Zarzalejos ni de Jan Manuel de Prada. Hay que remar juntos. No podemos perder fuerzas en boberías. Si alguien se pasa, repara, compensa y rectifica y andando.
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