domingo, 1 de marzo de 2009

Felipe González defiende la ENERGÍA NUCLEAR.

Tal vez, no le quede más remedio que proponerlo como cuando lo de la OTAN. Felipe González ténía miedo de no obtener el SI. Volvió a darse cuenta hasta qué punto lo suyo no era nada más que una secta de devotos y fanáticos, ese tipo de religión acomodaticia que te pomete el cielo en la tierra, sin necesidad de confesarse, con derecho a medrar y hacer dineros "como sea" o, anclado como una lapa, a quejarse y culpar a los demás de lo mal que va el mundo. Cualquier consigna tendría carácter de dogma y sería acatada "per inde ad cadaver" ("como obedece un cadáver", metáfora jesuítica). Lo que pasa ahora es que ZP se cree dios, fuente de toda energía. Limpia, claro.

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