El gobierno catalán quiere educar a sus súbditos en la identidad catalana. Aquel afanoso caciquismo de tenderos y tratantes, con ciegas veleidades clasistas y desdén de chachas y pijosdalgo de los que beneficiarse, sórdidamente, como vernáculos miembros de su servicio, ha encontrado en Montilla un neoconverso al catalanismo de caldereta y pela gansa. ¡Qué falta de clase moral! Montilla puede renegar de sus emociones, raíces y sentimientos, Rovira soñar imponer los suyos, pero el asunto es otro. Las emociones, los sentimientos, las raíces y la metafísica son de cada cual y allá usted con sus servidumbres y Rovira con sus monstruosos delirios, porque lo que distingue una democracia es la voluntad de convivir de CIUDADANOS LIBRES E IGUALES bajo el imperio de la ley creada por ellos mismos. Cualquier otra mixtificación es la vuelta al rebaño o a la esclavitud, nada que ver con una educación de hombres libres dueños de su propio destino. Qué pena da ver al nacionalsocialismo revestido de rojo con su formación del espíritu nacional.
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