Es una inquietante pregunta que sucede al observar los discursos, contrastados por la praxis, de Trinidad Jiménez, la Chacón, La Aído, la Leire... y la Vice de la Vega que aplican su ternurismo cínico para continuar con el ideal no sólo del varón domado sino de la democracia domesticada sin mérito ni preparación alguna. La cursilería destila entre el encaje atrevido que se esconde tras el "empoderamiento" que da la pasta y el "puestito", y se hace épica con presunción bobosolemne. Si además, se necesita absolutizar el propio dogma no hay como autoatribuirse la infalibilidad simplona de llamar machista a quien discrepe de tan sublimes vestales, modelo ZP y su estilo de ricas macarrillas. "qué respeto tienen ustedes a las filtraciones" que diría Mimaleni.
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