mestizo. Nuestra patria se habría extinguido sin vuestros genes, sin vuestro trabajo y sin vuestra esperanza. Pero, no lo olvides, eres un esclavo y un desgraciado. Y no me recuerdes la ilustración, la revolución francesa y, menos, la guillotina. Si nos hemos meado en el decálogo y en los consejos evangélicos, ¡cómo no vamos a intentar someteros para salvar nuestros privilegios de zombis chupasangres!
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