El prodigioso Rubalkaba que tanto ha visto y procesado hasta la maceración de los crímenes de Estado, presta su cerebro para iluminar a quienes tengan dificultades para evidenciar chorizos, extrapapelar papelinas, montar numeritos en beneficio de su propia imagen vejando a los cuerpos de seguridad del Estado y a los sufridos ciudadanos (como en el caso de Marta y del emponzoñado cauce sevillano), y si se tercia, se ofrece en rebanaditas, en un Kebab por la Alianza de civilizaciones y la salpimentación del compromiso social. Listo que es el insultador cerebrito.
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