tenemos menos inmigrantes. Como para Caldera su excitante prodigalidad mesiánica "empapelando" a cuantos desamparados de la tierra arribaran a nuestras costas, para Consuelo Rumí el paro ha resultado la mano divina (aquella providencia del liberalismo clásico que rige los movimientos humanos y del mercado) está haciendo remitir a inmigrantes y pateras. Los tontos, por muy laicos que sean, siempre esperan que venga Dios a verles o que las cosas se arreglen o desarreglen solas.
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