sábado, 2 de noviembre de 2013

Ha muerto el padre Larrañaga. Lo traigo aquí en honor

de la profunda experiencia espiritual y física que compartió mi amiga y admirada Cristina, semejante a la que él describe del inmenso poder de Dios, en medio de un prolongado estado de postración, desahucio y muerte.
Las reservas que alguien me ha hecho sobre su carácter desabrido y orgulloso hace más generosa la magnanimidad divina y su poder, cuya gloria resplandece, más aún en el caso del Padre Larrañaga, en su infinita misericordiosa.

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