Conviene tener la memoria atenta. Todo lo que sucedió y lo que iba a suceder aconteció entre gente normal y corriente. Adherirse al exterminio del monstruo destilado sórdidamente y marcado en los judíos, pudo parecer una fácil y lógica manera de intervenir en su acabamiento. No hubo tregua a la miseria, a la crueldad y al oscuro silencio.
Cualquier forma de marcaje a un ser humano, de acoso o control matón de su libertad, identidad o particular memoria tiene la encarnadura del antisemitismo. Lo dice alguien que intenta ser dignamente judío, negro, sudaca y español en zonas de exclusión.
Hoy se conmemoran los 75 años de la Noche de los cristales rotos.
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