Conocí a Fernando Múgica en la estación de Atocha. ¿Principios de 2005, tal vez? Yo ya había publicado mis primeras investigaciones sobre la masacre de Madrid y él era el maestro de periodistas que tanto había contribuido a abrirme los ojos con aquel primer artículo de su serie "Los agujeros negros del 11-M". Llegué al lugar de la cita con antelación y él también lo hizo. Tomamos un café. Era... casi imposible no empatizar con él, a pesar de esa coraza que siempre percibías en su forma de expresarse. Y tenía esa forma de preguntar, a la vez incisiva y casual, que caracteriza a los buenos reporteros de investigación. Fernando Múgica acaba de morir.
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