CONVIVENCIA en la CONSTITUCIÓN, lejos del culto manista, carroñero y descreido a los huesos de quienes dieron su vida por la mejor convivencia en España o a quienes se les arrebató vilmente, deseando que permanezcan en las cunetas, en las trochas, en los campos, en los bosques, de forma que iluminen con su muerte nuestra voluntad truncada de paz en todas las tierras y bajo todos los cielos. El sentimentalismo urdido por una memoria sesgada, enquistada y enfermiza, más, incluso la mejor memoria de los muertos, no debe producir otras lágrimas que las que podamos tragarnos en silencio y con brevedad. ¡Cuánta cursilería reaccionaria en nombre de la justicia universal que se arrogan todos los totalitarismos! Ningún revolucionario tiene tiempo para otros sentimientos que no sean los de libertad, igualdad y fraternidad entre todos los hombres. ¡Lejos las disturbadoras plañideras! ¡Lejos los profanadores de tumbas! ¡Lejos los sacrílegos de cuerpos insepultos y todavía calientes!
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