Que nadie piense esta bengala como una concesión bizcochada al espíritu del buenismo zapateril al frivolizar sobre el disparate ZP. Quien como un sonriente autócrata envanecido ha vuelto a entretener a los tiranuelos de las taifas de la piel de toro, solar resistente y encajador desde siglos, no ha hecho otra cosa que seguir su exclusiva intuición de los distintos niveles de psicopatía de sus colegas presidentes (¡Manda huevos!) y, avezado en la patología, hace fortuna con ellos, halagando sus requerimientos y propuestas. Culo sentado ZP no sabrá inglés ni francés, ni historia, ni geografía ni lengua ni filosofía de primero de Bachillerato ni lo que decían de Ética los textos del antiguo BUP o de 4º de la ESO (para los que tenían), lo que sí sabe es de traer y llevar correspondencia y decir lo mismo y lo contrario, sin inmutarse, en sucesión inquebrantable. El juguetón engañador y mantenedor insólito de la tragicomedia que se reinventa todos los días (gracias a su numerosa claque) al margen de los ciudadanos (término recientemente incorporado para calafatear su ruinosa filosofía política), necesita no una inocentada sino ser corrido a gorrazos o a zapatazos.
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