Es la fascinación del delirio. Detrás de cada sueño persistente está la ilusión de los delirios de grandeza y de la estupidez. Sam aprendió a vivir tocando esas piezas que rinden más que el opio del pueblo, incluso a los taifas prendados de si mismos, lejos de la realidad del 30% de depredación y del 30% bajo el índice de pobreza. Tendremos que echar a estos facinerosos cuanto antes. Pero, ¡nunca para repetir lo mismo!
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