a aquella inoportunidad de que "España ha dejado de ser católica", he sido yo. Vosotros os manchasteis de sangre, mientras que yo comulgo con ruedas de molino y, además, me he hecho inmensamente rico. Sor Maravillas vivió en el más absoluto desprendimiento, pobreza, castidad y obediencia, entregada a los demás, y se merecía por lo menos una placa, que tengo que cuidar los detalles.
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