delante del Teatro Juan Bravo de Segovia ("mi Segovia" como decía Enrique IV), la fiesta de San Juan, con sol y a cielo abierto. Los gigantes y cabezudos al fondo y las eternas dulzainas, que a vida eterna saben...
Cuántas veces le he visto también, aterido de frío, bajo la lluvia, impertérrito. Me dijo: no caerás en la cursilada progre de recitar lo de "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
Ya no saben seguir, porque no saben más. No se puede hacer ningún camino nuevo desde el adanismo y la ignorancia. ¡Fantasmas!
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