sábado, 28 de diciembre de 2013

He caminado sobre el Pinarcillo,

entre las tumbas abiertas del Cementerio Judío, 
como quien pisa entre los pinos, cenizas y barros de mi propio barro, bajo la lluvia nieve,
el cielo encapotado y un loco ventarrón, la catedral al frente y el Clamores,
Segovia desde el Pinarcillo
ya cubierto, abajo. He hablado como un niño caprichoso con la Constantina omnipresente.
Yo tuve el privilegio de ser testigo fugaz de su expirar exangüe. Me pide paciencia y oración de quietud.
Me siento a gusto con la camiseta que encargué a Cecilia que me pintara con la imagen de la Bengala "los cristales rotos"
y la estrella amarilla cerca del corazón.

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