jueves, 26 de diciembre de 2013

Si nosotros no vamos, ¿quién les dirá que Dios

les quiere? (Cfr. Alfa y Omega > Nº 860 / 19-XII-2013 > Contraportada). Esa es la reflexión de la hija mayor de la familia neocatecumenal, enviada a Asia, que cuenta su experiencia misionera como iglesia doméstica, cuando, lloviendo, la madre dijo que no podía salir a decir a la gente "que Dios le ama"... 
Nuestro Occidente descreído que ha oído tantas veces ese mensaje inútilmente, ¿necesita uno nuevo si está satisfecho con su becerro de oro, su tele, sus rutinas y escapando? Cansado de mensajes vacíos -en ocasiones rutinario, esclavizante y alienado-, ¿necesita de un dios ajeno y, al parecer, innecesario? 

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