lunes, 16 de diciembre de 2013

Cunde la amargura y la desazón no ya y sólo

en los datos de la catástrofe independentista. Aumenta la desconfianza en la eficiencia del estado de derecho y sus instituciones para asumir sus responsabilidades y en el esfuerzo que se nos impone, más allá de la resistencia por recrear una esperanza fraterna en la construcción de una nueva convivencia de hombres libres e iguales bajo un auténtico imperio de la ley. Todos protagonistas y vigilantes.

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