con su barroco perfecto, "cargado" -embarazado- no recargado ni empalagoso, lleno de emociones devotas, diversas, pluriformes, siempre tan divinas como humanas, palpitando.
Es una iglesia acogedora, un útero gestando esperanzas y las ilusiones de cada día. Para saber hacer Su voluntad y para que este valle requiera menos lágrimas amargas sin caer en la tentación de pensar que no hay más mundo que éste, para bien o para mal. Yo estaré en el rincón de siempre al atardecer eucarístico soñando el cielo aquí en una llamada continua.
Y, entrando a mano izquierda, San Expedito... y saliendo a la derecha. Como quien quiere darle prisas a Dios. Es realmente enternecedor. Y las imágenes son auténticas obras de arte.
Veo que nos acompaña Espuela Encendida. ¡Bievenido!
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