lunes, 12 de mayo de 2014

Volando sobre Sevilla, en una extraña

estrategia de suspensión de tiempo y espacio. Llegado a Reyes Católicos la tentación de Triana, calle San Jacinto y el café con cardamomo al que introduzco a las niñas. Se frecuenta en Oriente Medio... Me viene a la memoria Edmundo, aquel hombre grande y gran hombre que hubiera deseado que hubiera disfrutado, más y mejor de mi amistad (... Aquél que me reclamó los últimos días de su vida cuando se sentía más solo que nunca y yo no me daba cuenta, embebido en mis cosas)... El castillo de San Jaime otra vez y los amores soñados en candados, trasunto de eternidad. La Virgen de la Estrella donde unos azulejos hacen historia a la derecha del Betis donde se fabricaban con su arcilla selecta y sus calores y, por fin, 
Juan Belmonte sobre el Altozano y el corazón de Sevilla al fondo. Mientras sé que el mío late en el de Jesús de los Jesuítas. 

No hay comentarios: