sábado, 3 de mayo de 2014

Y vuelve la burra al trigo, incluso de cardenal.

La burda y sorda imposición de los hechos consumados, ha encontrado en la iglesia católica en Cataluña un mamporrero servil del nacionalismo. El español es lengua franca en todos los reinos de España desde el siglo XIII, incluidos los condados catalanes. La Constitución impone el deber de conocer la lengua española y el derecho a usarla. El conjunto de zarandajas para soslayar ese derecho de los ciudadanos, incluido el del uso de la lengua materna para el aprendizaje reconocido por la UNESCO, es rendición a la tiranía nacionalista. Incluso, las ridículas sentencias de los Tribunales exigiendo un tanto por ciento para el aprendizaje del español, en nombre de una supuesta legitimidad de una discriminación positiva del catalán para que no se extinga. Lo más ridículo es la sacralización del método -sólo un método- de la inmersión como mejor fórmula para el aprendizaje de una lengua. Jamás un método puede atropellar un derecho. Es una argumentación falsa y miserable. La delirante premisa de la Rigau por la que con la inmersión del catalán se soslaya el riesgo de la promoción de dos comunidades contrapuestas, produce justamente lo que supuestamente pretende evitar. El español  se convierte en Cataluña en lengua extranjera, la lengua de los pobres y desgraciados, que no tienen ningún derecho, ni padre ni madre ni perrito que les ladre. Hay que desenmascarar tanta hipocresía y tanto atropello desvergonzado.
Quien esto suscribe dio clases, incluso en tiempos de Franco, donde cada uno podía hablar en la lengua que quisiera o en la que mejor se expresase. Reforzábamos lo que, por otra parte, nos parecía de sentido común, el derecho de cada cual al legítimo uso de su lengua materna, el de la lengua distinta de sus compañeros, la diversidad y la voluntad de comunicarnos. Y, ahora, en el lío pluricultural, la común debería ser la de obligado conocimiento. 
Martínez Sistach se hunde en el engrudo de la imposición del catalán en nombre del ídolo del nacionalismo. "Este sábado ha defendido la inmersión lingüística en la escuela catalana del mismo modo que hace el Gobierno de Artur Mas, diciendo que es una herramienta de "cohesión social""(Cfr. LIBERTAD DIGITAL).
Está consiguiendo que las grandes mayorías populares no se acerquen a las iglesias que  imponen tan rancia y anticristiana arrogancia.

1 comentario:

garibaldi dijo...

En su defensa del monolitismo e inmersión lingüística en Cataluña, este señor olvida el "Dejad que los niños se acerquen a mi", tan Cristiano