ESPAÑA o de cómo hay leyes que reflejan el nivel de ridículo y estupidez que hay que regular para desenredar la arrogancia y la infatuación identitaria de pretenciosas, atomizadas y remorosas partículas de poder autonómico.
Se deben impedir regulaciones posteriores a las del Estado, ejecutándose inmediatamente las dictadas por el gobierno de España. Cualquier marrulleo o entretenimiento al respecto debe considerarse prevaricación o atentado a la unidad nacional y sancionado con expulsión de la función pública, multa y cárcel, si fuera preciso.
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