La gente con la que frecuento viajar en el Ave, nunca hemos hablado de las grandísimas velocidades en la que vamos con sistema tan cómodo y eficaz. Nos fiamos de los técnicos, su ciencia y en su responsabilidad, nunca dejados al azar. Todos tenemos que morir, pero no por un accidente tan desgraciado. Un tren de alta velocidad, ningún servicio público, no puede permitirse el descuido al que alude el maquinista atrapado en su cabina: "Descarrilé, qué le voy a hacer, qué voy a hacer"... “¡Somos humanos! ¡Somos humanos! Espero que no haya muertos porque caerán sobre mi conciencia”.
El tren venía lleno porque la noche de este 24 de julio empezaba la fiesta grande en Santiago.
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