viernes, 11 de julio de 2014

Hace diecisiete años del asesinato cruel

y miserable de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA cuya memoria rendida, debería estercolar los nuevos vergeles de la convivencia surgidos desde los mártires de la constitución y de cuantos procuramos una convivencia en paz, desde la dignidad, la memoria y la justicia.
Mientras tanto, algunos se ponen a entender EL HORROR DE ETA con una "nueva" voluntad de convivencia. Al efecto, la "Cadena SER ha emitido este domingo un programa especial de A vivir que son dos días, el matinal del fin de semana, que bajo el título de 'Construir la convivencia' ha analizado el futuro político y social de la comunidad vasca.
Entre los invitados que han participado en el programa han estado el exministro de Educación Ángel Gabilondo; el obispo emérito de San Sebastián Juan María Uriarte; la jueza y exvocal del CGPJ Manuela Carmena; o la víctima de ETA Iñaki García Arrizabalaga, cuyo padre fue secuestrado y asesinado en 1980. Pero sin duda alguna el contertulio estrella del programa no fue otro que José Luis Urrusolo Sistiaga, el exjefe del sanguinario grupo Madrid de ETA durante los años ochenta y que fue anunciado por el conductor del programa como "alguien que ha matado, secuestrado, puesto coches bomba, que cumple prisión por lo que hizo y que quiere pedir perdón". Hay que recordar que "NO ENTRA DENTRO DE NUESTRAS COMPETENCIAS EL PERDÓN. Todos tienen nuestra mejor disposición para que REPAREN, COMPENSEN Y RECTIFIQUEN". 
(Urrusolo, de saco y ceniza, pide perdón)
Los mantenedores de tan tibia propuesta por la que la magnanimidad se convierte en sordo colaboracionismo, comprensiva igualación entre víctimas y asesinos, sórdido enjuague de los crímenes y en reproche por mezquino espíritu vengativo a cuantos exigimos a quienes han aterrorizado, y asesinado en nombre de un ideal colectivo ESTAR RECONOCIENDO Y REPARANDO DE POR VIDA TANTA MISERIA dedicándose a devolver la vida que han arrebatado a la comunidad, viviendo con lo mínimo para su propia subsistencia y COMPENSAR el mal irreparable entregando su vida y esfuerzos a quienes hicieron tanto daño y, desde luego, RECTIFICAR convirtiéndose en apóstoles de la fraternidad y el amor. Todo lo demás es emponzoñar con el autoengaño nuestra conciencia. 

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