martes, 12 de agosto de 2014

Borges, evocado por el Rubert de Ventós de entonces,

obsesivo con su muy productivo nacionalismo y tan reciente el palo y el desprecio que recibió su torpe arrogancia de parte de un muy superior y generoso Julián Marías, trae a EL PAÍS una entrevista con Borges de 1982, ante el que tiene que volver a envainársela.
"-Entonces usted sólo creería en la nacionalidad que se sueña.

Sí, tengo valor cívico, que no valor físico. Mi cirujano y mi dentista lo saben muy bien
-Sí, en una nacionalidad onírica...
-Y por tanto muy épica...
-¡Pero, desde luego! Yo creo que el nacionalismo ha traído muchos males. Ante todo, va contra la pareja distribución de los bienes espirituales y materiales; eso es una. Y la otra es que na­cionalismo da a creer que cada país es el único; que el idioma que cada uno habla es evidentemente el mejor... Mañana va a salir un poema mío, en el que hablo de eso. Hablo de lo que me parece eso de estar parcelado en países, cada uno con su mito­logía peculiar, con antiguas o recientes tradiciones, con un pa­sado sin duda heroico, con agravios, con litigios..."
- Si no hubiera más mundo que éste, del que "sólo conocemos la vana superficie de las cosas" (Borges),  el Ventós habría triunfado. Para mi, Julián Marías lo puso ya en su sitio antes de esta entrevista de 1982. Es increíble la terca obsesión por el independentismo catalán de Ventós. "A veces hay un placer en "este litigio". Después quedan desaho­gados. Uno ha cumplido con su deber y no tiene por qué pasar a mayores". Por eso a Ventós le queda la esperanza de sanarse con la casta evocación del vestido de su madre, como Borges.

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