Foucauld en relación con su opción en la imitación de Cristo. Fue un reconocido místico contemplativo, referente contemporáneo de la llamada «espiritualidad del desierto». Fue un joven disoluto, descreído, empecatado y despilfarrador con una vida rebelde, arriesgada y trepidante. Su proceso de conversión fue lento y laborioso. Su prima Mary, profunda creyente, fue su principal amiga y confidente. El P. Huvelin fue providencial en su conversión, convirtiéndose en su padre y director espiritual. Descubre el amor de Jesucristo y la opción por la pobreza y el abandono de todo, después de notables y reconocidos trabajos científicos. Una de sus oraciones primeras en su camino espiritual fue "Dios mío, si existes, haz que yo te conozca" hasta llegar a su oración de abandono: "Padre mío, me pongo en vuestras manos...me confío a vos... me abandono a vos... haced de mí lo que os plazca; sea lo que sea lo que hagáis de mí, os lo agradezco; gracias por todo; ... me pongo en vuestras manos con infinita confianza, porque vos sois mi Padre". Os recomiendo su experiencia y proceso espiritual, tan increíble como realmente ejemplar. Me revela que la experiencia de todo hombre es una experiencia única y secreta con Dios y que ha merecido de su gracia la creación de un universo particular y único para cada uno y total en Él, así como la especial participación de cada uno en la revelación de este misterio a los demás y cuanto hay en el lento quehacer de la historia humana.
Su fracasada voluntad de fundar una congregación fructificó después de muerto (con una muerte, por cierto, tan azarosa y fútil como la vida de cuantos le rodeaban). Conservo a una amiga que, conocida en uno de los cursos de mi juventud en Stresa, me prometió amistad eterna y su oración permanente, mientras me informaba de que iba a ingresar en las Hermanitas de Foucauld en Roma. Cuánto agradezco esa presencia gratuita y llena de gracia en mi vida. Amistad única.
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