martes, 5 de agosto de 2014

Félix nos ofrece la curiosa perspectiva de Charles

Foucauld en relación con su opción en la imitación de Cristo. Fue un reconocido místico contemplativo, referente contemporáneo de la llamada «espiritualidad del desierto». Fue un joven disoluto, descreído, empecatado y despilfarrador con una vida rebelde, arriesgada y trepidante. Su proceso de conversión fue lento y laborioso. Su prima Mary, profunda creyente,  fue su principal amiga y confidente. El P. Huvelin fue providencial en su conversión, convirtiéndose en su padre y director espiritual. Descubre el amor de Jesucristo y la opción por la pobreza y el abandono de todo, después de notables y reconocidos trabajos científicos. Una de sus oraciones primeras en su camino espiritual fue "Dios mío, si existes, haz que yo te conozca" hasta llegar a su oración de abandono: "Padre mío, me pongo en vuestras manos...me confío a vos... me abandono a vos... haced de mí lo que os plazca; sea lo que sea lo que hagáis de mí, os lo agradezco; gracias por todo; ... me pongo en vuestras manos con infinita confianza, porque vos sois mi Padre". Os recomiendo su experiencia y proceso espiritual, tan increíble como realmente ejemplar. Me revela que la experiencia de todo hombre es una experiencia única y secreta con Dios y que ha merecido de su gracia la creación de un universo particular y único para cada uno y total en Él, así como la especial participación de cada uno en la revelación de este misterio a los demás y cuanto hay en el lento quehacer de la historia humana.
Su fracasada voluntad de fundar una congregación fructificó después de muerto (con una muerte, por cierto, tan azarosa y fútil como la vida de cuantos le rodeaban). Conservo a una amiga que, conocida en uno de los cursos de mi juventud en Stresa, me prometió amistad eterna y su oración permanente, mientras me informaba de que iba a ingresar en las Hermanitas de Foucauld en Roma. Cuánto agradezco esa presencia gratuita y llena de gracia en mi vida. Amistad única.

No hay comentarios: