La referencia sobrenatural de la prolongación en la eternidad del cuerpo de María, donde su muerte no habría sido más que un tránsito, nos posibilita la hipótesis de que lo extraño son justamente el espacio y el tiempo en que opera nuestra conciencia, aparte de las disquisiciones teológicas tan pegadas a una supuesta honra divina, impidiendo que María sufriera la muerte como sentencia y castigo del pecado. Gran misterio es éste.
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