sábado, 2 de agosto de 2014

El obispo Munilla con la resolutividad que da la fe

encara la inconsistencia "progre" del nacionalismo vasco y sus curas descreídos abonados al dios étnico, ese pastoso y pestilente maternalismo al que conduce el miedo al Dios del desierto y al muerto en una cruz por maqueto.

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