jueves, 15 de enero de 2015

España como patria, como dogma genial y amoroso

o como ludibrio y escupitajo. He querido probar la reacción de la gente ante la pegatina colocada en la entrada del Café Príncipe, estación privilegiada en mi peregrinar por Madrid. Al poco tiempo, había sido arrancada. Es que, en Madrid, "esa pegatina con la bandera española de fondo se confunde con el mundo facha".
¡Qué tragedia! El símbolo de nuestra patria y de la Constitución que plasma nuestra mejor voluntad de convivencia, convertido en ludibrio y escupitajo. Ha sido el éxito de una izquierda torpe, ignorante, totalitaria e incendiaria. Qué fórmula mejor de acabar con los que no piensan como ella que gasearlos con el insulto, más doloroso por procurar el acabamiento de una identidad democrática y convivencial y, también por eso, legítimamente patriota, que identificar al adversario, convertido en enemigo, como "facha". España y su imagen es de fachas. Es un escupitajo con el que se puede amedrentar e imponer un sórdido matonismo, al que pueden adherirse hasta los "minushabens", los desgraciados y los cobardes, sin necesidad de conquistar, como borregos, con un pensamiento crítico su propio criterio.
En Barcelona, es una clara manifestación de resistencia, donde los "criptoespañoles" reciben el alivio de nuestra acción de comando de retoma de conciencia de nuestra condición, porque los nacionalistas deben saber que, a pesar de su nacionalismo excluyente y matón, "Ahora y siempre es la Hora de ESPAÑA, ciudadanos" y que lo firmamos una España entera.
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Y España, además, no es sólo una conquista democrática y por eso un bien moral, sino una historia humana con sus sublimes claroscuros, y heróica cuando se mira además de sus miserias, los hitos únicos en las huellas de sus místicos, sus artistas, sus escritores, sus conquistadores, sus pedagogos, también a sus arrinconados científicos en su rincón y tantos otros ciudadanos que han dejado un patrimonio inmenso y silente a pesar de la iconoclasia de quienes no se conoce ninguna excelencia sino el ludibrio, el insulto, el estercolero y las cenizas.
España sobre todo, es un dogma amoroso (dídomi: "dar" y recibir lo mejor -amoroso-) un quehacer de lo mejor que hemos recibido de nuestros padres y antepasados. Sus esfuerzos son nuestro compromiso. Gracias y ¡Viva España!

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